sábado, 6 de septiembre de 2025

El Helado de Leche: Crónica sobre una de las canciones que más arraigo tiene en Santa Marta

Así como en Montería y sus alrededores, hay una gran devoción por el porro María Varilla; en Sincelejo no cesa el goce con ‘Fiesta en corraleja’; Cartagena palpita con el ‘Pie pelúo’; en tanto que en Barranquilla no se concibe el Carnaval sin que suene la danza de garabato ‘Te olvidé’, a los nativos y residentes en Santa Marta se les remueven los hilos de la emoción con ‘El helado de leche’, una pieza que por muchas décadas ha encabezado la banda sonora de los samarios, incluso más que ‘Santa Marta tiene tren’, de Manuel Medina Moscote, ‘Las tres perlas’ de Carlos Alberto Vidal o ‘Santa Marta’, la bella composición del maestro Rafael Mejía Romani, interpretada de manera magistral por Juan Piña con La Revelación:

El mar le dijo al sol

aquí tengo en mis aguas

a esa linda sirena

que Bastidas soñaba

en un sueño más bello

que tuvo en España

y el sol se transformó

en gigante atarraya

y besó a la sirena

y la puso en la playa

con furia de mar

la llamó Santa Marta…

Es indudable que por la música, la interpretación y sobre todo por la letra, la bella obra del maestro barranquillero Mejía Romani debería ser considerada la canción emblemática de ‘La bahía más hermosa de América’. Pero no. Y como bien lo afirma una vieja y popularísima sentencia latina: ‘la voz del pueblo es la voz de Dios’, (vox populi vox dei), el honor de la canción más emblemática de Santa Marta se le confiere a ‘El helado de leche’, pieza que ha trascendido generaciones, y se destaca por su ritmo cadencioso y envolvente, característico del porro, género que fusiona la tradición africana con lo indígena y lo europeo.

No hay fiesta masiva o privada, en la eterna, primorosa Santa Marta, en la que no suene ‘El vaso de leche’ para incitar, por lo menos, al taconeo.

Durante mucho tiempo, agrupación que se presentara en bazares o exclusivos salones de baile en Santa Marta, bien fuera banda u orquesta de renombre como Billos Caracas Boys, Pacho Galán, Lucho Bermúdez o Los Hermanos Martelo, tenían que interpretar, obligatoriamente, esa pieza.

El investigador musical magdalenense Cristóbal Escandón Camargo, quien tiene en preparación el libro ‘Historia de la música y el baile en el Caribe insular y en la costa continental’, no duda en aseverar que ‘El helado de leche’ es la pieza musical de mayor arraigo entre sus coterráneos samarios, pero aclara que, en honor a la verdad, no encuentra explicación ninguna por la cual se dé esa aceptación.

“En primer lugar -dice Escandón- ese es un danzón cubano, es decir una canción foránea que hasta el día de hoy no hay certeza absoluta de quién es su autor, y en segundo lugar, su melodía no tiene nada que ver con Santa Marta”.

Asegura Cristóbal Escandón que, en 1928, el trompetista samario Humberto Gómez Vega fundó la orquesta Perla del Caribe, la cual se convertiría en la agrupación de planta del Club Santa Marta. Dicha colectividad grabaría, en los estudios Colombia de Barranquilla, la primera versión, en nuestro país, del tema ‘El Helado de Leche’. Salió como obra de Gómez Vega, pero de ese registro fonográfico no existe, hasta la fecha, una sola copia.

En sus programas de radio, el connotado historiador musical barranquillero Álvaro Ruiz Hernández, ya fallecido, siempre sostuvo que ‘El helado de leche’ era una canción instrumental foránea, y que esta la había traído originalmente a Colombia, en 1924, la Orquesta panameña de los Hermanos Fábregas, en una versión que difundió Emisora Atlántico. “No tenía letra”, aseveraba Ruiz Hernández.

Muchos historiadores, entre los que sobresale Guillermo Henríquez, le atribuyen la autoría de la letra de ‘El helado de leche’ al cienaguero Eulalio Meléndez, el autor de ‘La piña madura’ y director de la orquesta Armonías de Ciénaga. También hay otros ilustres músicos a los que se les señala como autores de la mencionada canción. Dos de ellos son el maestro carmero Lucho Bermúdez y Jorge Conde, pianista y arreglista samario.

“En verdad no hay claridad sobre el autor de ‘El helado de leche’, asegura el investigador musical José Portacio Fontalvo, biógrafo de Lucho Bermúdez.

Con el correr de los años, la muy aclamada canción fue grabada por reconocidas agrupaciones del pentagrama popular de Colombia, entre las que sobresalen las orquestas de Lucho Bermúdez con la voz de Matilde Díaz, y la Orquesta de Juancho Torres, con la vocal de Shaddy Herrera. La misma orquesta de Lucho Bermúdez realizó una versión muy bien lograda de ‘El helado de leche’, en 1985, con la magnífica interpretación de Ana Cecilia Almanza Campo, conocida como ‘La novia de Santa Marta’.

Con helado de leche

me quieres embrujar

me quieres embrujar,

¡caramba!

Con helado de leche

me quieres conquistar

me quieres conquistar,

¡caramba!

Y tus dulces besitos

que me saben a miel

no quieres darme

yo no sé por qué

Sobre la autoría de ‘El helado de leche’ la polémica sigue. Lo único cierto es que es una pieza icónica en la esencia samaria. Se mantiene vigente en el gusto de los melómanos por su instrumentación, que crea una atmósfera festiva y nostálgica que invita tanto al baile como a la contemplación. La lírica, cargada de evocación es un homenaje a la memoria colectiva y la identidad musical de la ciudad de Bastidas…

Por Fausto Pérez Villarreal

Egresada de la Sergio Arboleda gana premio nacional de periodismo con trabajo sobre la crisis de agua en Santa Marta

La periodista Angy Cueto Martínez, egresada de la Universidad Sergio Arboleda de Santa Marta, obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Silvia Galvis 2025 en la categoría de Periodismo Investigativo Regional, gracias a un reportaje que puso en evidencia el lado oscuro de la crisis de abastecimiento de agua en la capital del Magdalena.

Su trabajo, titulado “Acuatráfico en Santa Marta”, reveló cómo la escasez del líquido vital ha alimentado redes ilegales que se lucran del desabastecimiento y afectan a miles de familias. La investigación, que combina testimonios ciudadanos, denuncias y seguimiento a las dinámicas clandestinas, abrió el debate sobre un problema que golpea con fuerza a la ciudad.

“Este reconocimiento no es solo para mí, sino para todos los samarios que día a día viven la angustia de no tener agua en sus hogares. Demuestra que desde el periodismo regional podemos narrar con rigor y valentía”, aseguró Cueto al recibir el galardón.

El premio, otorgado por la Universidad Autónoma de Bucaramanga en memoria de la periodista y escritora Silvia Galvis, busca resaltar el ejercicio crítico, ético e independiente del oficio. En la edición de este año compitieron 40 trabajos de distintas regiones del país, evaluados por un jurado de reconocidos referentes del periodismo nacional.

Con este logro, Cueto se suma a la lista de reporteros que, desde las regiones, marcan agenda y demuestran el impacto que puede tener el periodismo local cuando se enfrenta a problemáticas estructurales como el acceso al agua.

Pescaito: el corazón de Santa Marta

Tomada de las redes sociales

El popular barrio Pescaito es mucho más que un punto en el mapa de Santa Marta: es cuna de historias, tradiciones y personajes que han marcado la memoria de la ciudad. Sus habitantes sostienen, incluso, que fue allí donde nació la capital del Magdalena.

Con su propio carnaval, bailes folclóricos, expresiones religiosas y una identidad cultural única, Pescaito se ha consolidado como un territorio vivo que refleja la esencia samaria.

Existen varias versiones sobre el origen del nombre del barrio. Una de ellas asegura que, antes de la construcción de la carretera a Taganga, las mujeres de ese corregimiento cruzaban el cerro con poncheras cargadas de pescado para vender en Santa Marta. Al llegar a la meseta, los niños gritaban “¡llegó el pescaito!”, y con el tiempo, el lugar adoptó ese nombre.

Otra historia cuenta que en la subida de San Martín había una salina donde, al secarse, quedaban pequeños peces atrapados que la gente recogía para comer. Eran tan diminutos que no medían más de un dedo de largo, por lo que los vecinos comenzaron a llamar al sitio simplemente Pescaito.

Historia y cultura

Pescaito ha sido testigo de hechos históricos relevantes. Por sus calles entró el Libertador Simón Bolívar a Santa Marta, y en sus esquinas nació un fuerte legado cultural y deportivo que ha nutrido la identidad samaria.

El barrio es famoso por el Carnaval de Pescaito, por su aporte a la música popular y por ser cuna de grandes futbolistas como Carlos “El Pibe” Valderrama y Radamel Falcao García.

Tomada de las redes sociales

La vida cotidiana en Pescaito se respira en cada esquina: grupos de amigos juegan dominó o cartas, vecinos conversan en las terrazas, y los fines de semana el sonido de los picós y la alegría de la gente llenan el ambiente.

Uno de los lugares más representativos es la cancha La Castellana, símbolo de trabajo comunitario y semillero de grandes estrellas del fútbol samario. Allí, el deporte convive con la cultura y se reafirma como un espacio colectivo de identidad.

La Calle 8, conocida como la Calle de las Piedras, fue escenario de bares y tabernas en los inicios del barrio y hoy conserva su importancia como punto de encuentro social y cultural.

También destaca la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, construida a mediados del siglo XX y aún centro espiritual para los habitantes no solo de Pescaito, sino también de barrios vecinos como San Martín y 20 de Julio.

Pescaito ha sido históricamente marginado y, en ocasiones, estigmatizado como un barrio de delincuencia e inseguridad. Sin embargo, sus habitantes reivindican con orgullo su esencia y sus raíces.

“Tenemos dificultades como todos los barrios, pero Pescaito es parte fundamental de Santa Marta. Aquí mantenemos nuestras tradiciones, como el carnaval”, dice un pescaitero de 48 años.

Es importante recordar que el barrio fue fundado por trabajadores del puerto y del ferrocarril, muchos de los cuales alcanzaron estabilidad económica y construyeron sólidas viviendas que hoy aún se conservan.

Pescaito en la memoria y la música

El barrio también ha trascendido gracias al arte. Carlos Vives inmortalizó su esencia en la canción Pescaíto, cuyo videoclip fue grabado en sus calles, mostrando al mundo la vitalidad y carisma del lugar donde “todo pasa”.

La frase “¡Todo pasa en Pescaito!” se ha convertido en un símbolo de identidad. Resume la vida barrial donde se cruzan la espontaneidad, la esperanza, la migración, el deporte y la cultura, elementos que hacen de este barrio un espacio único en la historia de Santa Marta.

Hoy, a casi 100 años de su consolidación, Pescaito sigue siendo un referente de la ciudad. Su historia, sus leyendas, su carnaval y su gente mantienen vivo el espíritu de la “Perla de América”.

Pescaito es historia, arte, deporte, cultura y resistencia. Es la Santa Marta auténtica, la que no aparece en las postales turísticas pero que late en el corazón de cada samario.

Porque como bien canta Vives: “Todo pasa en Pescaito”.


Solanyis Caballero Paz 

Shadia Pineda 


INAY: 20 años de historias escritas por estudiantes y profesores

El Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda, sede Santa Marta, cumple dos décadas de haber abierto sus puertas para formar a profesionales que hoy marcan huella en el Caribe y en Colombia. Desde sus inicios, la Escuela respondió a la necesidad de ofrecer formación académica en comunicación en el Magdalena y la región, con un enfoque humanista, investigativo y social.

En este recorrido, estudiantes, docentes y egresados han tejido una historia marcada por la pasión por el oficio, la adaptación a los cambios tecnológicos y el compromiso con la sociedad. A continuación, tres testimonios que revelan el impacto de la Escuela en sus vidas.


Leonardo Herrera: el profesor que nació con la Escuela

El comunicador social y periodista Leonardo Herrera Delgans es uno de los docentes con más trayectoria en la Escuela y un referente para varias generaciones de egresados.


“Comencé en segundo semestre del 2003 con unos 12 estudiantes”, recuerda. En aquel entonces, recién llegado a Santa Marta como corresponsal de El Tiempo, fue invitado a dictar talleres de redacción. Ese vínculo se transformó en vocación: con los años cursó una maestría, ahora adelanta un doctorado en ciencias sociales y ha publicado libros e investigaciones, siempre entrelazando sus dos pasiones: el periodismo y la docencia.

Herrera evoca la sede Centro como un espacio acogedor, lleno de naturaleza, donde compartía aulas con otras facultades. Recuerda con especial cariño el entusiasmo de los primeros estudiantes, la mayoría samarios, y el impacto de las primeras inversiones: un moderno laboratorio de fotografía con sala de revelado que incluso fue noticia en la prensa local, y luego el estudio de medios audiovisuales que hoy impulsa a nuevos talentos del periodismo en la región.

Su testimonio refleja la transformación académica de la Escuela, que pasó de tener recursos limitados a ser un espacio innovador en la formación de comunicadores en el norte del país.


Zulay Jiménez: recuerdos de la primera promoción

A sus 36 años, Zulay Jiménez Vega no olvida su paso por la Sergio Arboleda, donde hizo parte de la primera promoción del programa. Actualmente es coordinadora de comunicaciones de la Fundación para el Desarrollo Microempresarial del Magdalena (Fundemicromag).

Entre sus memorias destaca la realización del magazín “Santa Marta, la esquina mágica del Caribe colombiano” y las prácticas de radio en la emisora Radio Magdalena, cuando la Universidad aún no contaba con cabinas propias. “Fue una experiencia muy buena, viajamos a muchos lugares y conocimos de cerca la reportería”, afirma.


Su amor por la escritura marcó su trayectoria. Como monitora del profesor Herrera, trabajó en la Ciénaga Grande en un proyecto para el periódico Inay, con el que llegaron a participar en los Premios de Periodismo de la Universidad Autónoma. “La Sergio me dio la base, pero la verdadera carrera comienza cuando sales a aplicar lo aprendido en la comunidad”, asegura.

Con dos especializaciones en comunicación organizacional y comunicación para el desarrollo social, además de nueve años de experiencia en la Universidad del Magdalena, Jiménez resalta que su paso por la Escuela la preparó para combinar la investigación, el trabajo social y la gestión estratégica de la comunicación.


Dagoberto Mata: del Ejército al periodismo

La historia de Dagoberto Mata Daza es un ejemplo de resiliencia. Tras un accidente en 2007, cuando cayó en un campo minado en Norte de Santander durante su servicio militar, perdió parte de sus extremidades. Esa experiencia lo llevó a buscar nuevos caminos, y la comunicación fue la ruta para transformar su vida.


En la Sergio Arboleda se graduó con un proyecto de crónicas sobre soldados víctimas de minas antipersonales, texto que más tarde fue publicado por la editorial de la Universidad del Rosario. Hoy trabaja como jefe de prensa de la Dirección de Asuntos Jurídicos Integrales del Ejército Nacional.

Su paso por la Escuela no estuvo exento de retos. “Venía de un colegio rural, no sabía casi inglés y nunca había manejado un computador. Perder Informática 2 fue muy duro, pero logré superar esas dificultades”, relata. También recuerda la diferencia de edad con sus compañeros más jóvenes y la necesidad de demostrar de qué estaba hecho.

Mata reconoce en profesores como Herrera, Claudia Mejía y Marcos Rosado (Q.E.P.D.) un apoyo clave para salir adelante. “Cuando voy a una entrevista laboral y digo que soy de la Sergio Arboleda, lo digo con orgullo. Ser parte de esta universidad me abrió puertas y me enseñó a hacer visible la voz de quienes han sufrido el conflicto armado”, afirma.


Una Escuela con identidad

Las historias de Herrera, Jiménez y Mata son apenas una muestra del impacto que ha tenido la Escuela de Comunicación en sus 20 años de existencia. De sus aulas han salido periodistas, investigadores y comunicadores que hoy llevan el sello del Caribe colombiano a diferentes escenarios del país, demostrando que la comunicación es también una forma de transformar vidas, construir ciudadanía y preservar la memoria de una región.



Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Sergio Arboleda brilló en el VIII Encuentro Nacional de Investigadores en Comunicación

 


Investigaciones sobre identidad cultural caribe, memoria patrimonial y comunicación en tiempos de inteligencia artificial marcaron la participación de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Sergio Arboleda, sede Santa Marta, en el VIII Encuentro de la Asociación Colombiana de Investigadores en Comunicación (Acicom), realizado del 27 al 29 de agosto en Bogotá. 

El profesor Luis Ricardo Navarro Díaz, miembro del Consejo Directivo de Acicom, tuvo un papel central: coordinó el Grupo Temático de Comunicación, Política y Cambio Social, moderó el panel principal sobre resistencias frente a la inteligencia artificial y presentó la ponencia “Narrativas de reencuentro con el territorio: una propuesta de reconstrucción del tejido social para la paz desde la juventud bonguera”. Su intervención abrió un debate sobre ética, identidad y comunicación en un escenario marcado por la irrupción tecnológica. 



A su lado, los docentes Leonardo Herrera Delgans, Dineyis Arias y Claudia Mejía también llevaron investigaciones con sello caribeño. Herrera presentó “La crónica periodística como una narrativa de reafirmación de la identidad del Caribe colombiano”, trabajo ligado a su tesis doctoral en la Universidad Simón Bolívar, que resalta cómo la crónica funciona como voz de resistencia y memoria.  

Por su parte Arias y Mejía, por su parte, compartieron “Narrativas multimedia de la memoria patrimonial en los 500 años de fundación hispánica de Santa Marta”, una apuesta por rescatar la historia de la ciudad a través de recursos digitales. 

La cuota joven estuvo a cargo del semillero Anda Ku Suto, liderado por Navarro. Allí, Luz Adriana Betancourt presentó “Historias de Sabor”, un recorrido por la gastronomía samaria como patrimonio vivo, mientras que Geraldine Pérez Serrano expuso “Voces de la Sierra”, investigación que recoge el legado de la comunidad Kogui desde narrativas juveniles e interculturales. 



La presencia de docentes y semilleristas dejó en evidencia el papel de la Sergio Arboleda como referente académico en comunicación, aportando desde el Caribe colombiano al debate nacional sobre memoria, identidad y desafíos éticos de la inteligencia artificial.