Adán Alzate, el hombre de las mil historias

Este personaje de Taganga recuerda sus historias en el pueblo

Yurley Pereira Castellanos

Adán Alzate, un hombre de 68 años, que vive en el corregimiento de Taganga, en Santa Marta, se dedica a vender con un carro ambulante gaseosas, agua, cerveza, chitos y dulces. A su negocio, llegan turistas a comprarle y a disfrutar de aquel mar azul y sus paisajes.

Este hombre que ha pasado su vida entera en aquellas tierras del caribe colombiano, trabajando durante 35 años y rebuscándose lo poco que puede, con su rostro cansado y la vejez que se asoma en su cuerpo, tiene mil historias por contar.

Taganga, un pueblo pesquero que a lo largo de la historia se ha convertido en uno de los sitios más visitados por los extranjeros en Colombia, no solo por sus numerosas discotecas o rumbas que se abren al caer la noche, si no por aquellas playas, paisajes y la calidad humana que se encuentra en el lugar.

Una de las tantas historias que recuerda Adán fue hace unos 20 años, cuando después de una jornada de trabajo decidió irse a su casa para descansar, en aquel entonces vivía en el barrio San Jorge, y como de rutina siempre salía a buscar el carro para irse.

Cuando llegaron al mirador, escucharon a una mujer gritando auxilio, decidieron detenerse y mirar que era lo que pasaba. Adan presintió que no era buena idea. Sin embargo, los demás muchachos se detuvieron y de repente llegó un hombre con un arma los hizo bajar del carro.

Cuando los tenían acorralados pasa una fuerte brisa llevándose la gorra de Adán, él fue en busca de ella, y el hombre que lo tiene acorralado le grito “haga la fila, usted va hacer el primero que vamos quebrar”. Cuando de repente sonó un tiro, Adán asustado dijo “Ñerda ya mató a uno ahora viene por nosotros”.

Al poco rato llegó la policía se pudo aclarar que era un hombre que estaba pasado de drogas y había perdido su trabajo en el DAS.

Sentado en su canasta de gaseosa relata esta historia con alegría y dice “Mire yo soy Adán el hombre de las historias”. Y es que no solamente tiene historias de Taganga, si no de la Cachaca Rosa como recuerda con cariño, una señora de 80 años, cristiana. 

 Taganga para Adán ha crecido, antes no era tan grande. "Taganga era de la carretera a la playa, no estaba la Ballena Azul, sino la cooperativa. Habían eran unas bongueras que estaban en toda la playa que traían aceite. Y la gente venía a mirar por que no se podían bañar porque eso era pura aceitera. Cuando quitaron toda esa bonguera se perdió todo el aceite. Eran bongos rojos de mercancías esperando contrabando, pero entonces eso se acabó y todo el mundo empezó a venir hace como unos veinticinco años para acá”.

El tiempo ha cambiado según Adán “Anteriormente se enamoraba con picada de ojos, ahora ya no paran bolas. La juventud de hoy en día no siente nada, no hay seriedad en el amor uno antes se hacía matar por una mujer y ahora es la mujer que se hace matar por uno, ahora no es uno quien las buscan si no ellas a uno”.

Las palabras sabias y llenas de experiencias como las de Adán no solo traen recuerdos buenos si no enseñanzas. Cuando el sol empezaba a ocultarse Adán álzate lanza una frase muy particular “Nora y Nori se fueron a bañarse, Nora se bañó y Nori no orinó”.