lunes, 21 de octubre de 2013

La casa de la Aduana

Un patrimonio cultural lleno de historia


La muchedumbre estaba adolorida, hallábase congregada frente a la Casa de la Aduana, donde se daría inicio al desfile fúnebre llevado a cabo por causa de la reciente muerte del Libertador.

Bolívar había pasado sus últimos días en estado agónico, teniendo breves lapsos de lucidez que le sirvieron para dictar su testamento, aunque la ya avanzada tuberculosis no le permitió permanecer un mes completo en Santa Marta. Llegó postrado a la ciudad el 1º de diciembre de 1830, tras una larga travesía en barco desde la capital colombiana, pero a pesar de los esfuerzos de su médico de cabecera, Próspero Reverend, su muerte era predecible e inminente. Cuando dio su postrer suspiro se hallaba rodeado de sus más allegados edecanes, quienes no pudieron contener el llanto al presenciar la partida de ‘‘El Sol de Colombia’’; incluso uno de ellos, el general Mariano Montilla, en medio de la frustración y el dolor, desenvainó su espada y cortó el cordón del péndulo que marcaba la hora a la una, tres minutos y cincuenta y cinco segundos de la tarde, y se quedó marcándola para siempre.

Los ciudadanos partieron a paso lúgubre y desanimado, la pesadumbre impregnaba el ambiente con el lento pasar mientras se apoderaba de los corazones del pueblo. Podía escucharse un sollozo ahogado y uno que otro gemido de dolor, o se veían lágrimas corriendo por algún rostro. Marcharon en pena por las calles de la ciudad, que en la época tenía un aspecto rústico y tan sólo unas cuantas viviendas. El recorrido finalmente culminó en la Catedral, y cada uno de los asistentes se dispuso a regresar con tristeza a su hogar.

El punto de encuentro para el desfile, la Casa de la Aduana, llamada siglos antes Castillo de San Lázaro y Palacio verde, de dos pisos, paredes blancas, puertas, ventanas y balcones verdes, fue la primera edificación levantada en América Latina, la primera residencia construida en mampostería y el lugar de velación de Simón Bolívar; esta data del año 1531 y es considerada como la cuna de la arquitectura de la patria.
Pero las honras fúnebres de Bolívar no fueron la única actividad que se llevó cabo en esta edificación histórica de la capital del Magdalena, el lugar también fue habitado por personajes insignias de la nación. En primera instancia, la Casa de la Aduana fue utilizada por el gobernador García de Lerma para cumplir con sus labores administrativas debido a que anteriormente el prócer, Rodrigo de Bastidas, durante su estadía en la ciudad solamente había logrado construir una especie de albergue donde, arrellanado en su sillón de Grana traído de Castilla, administró una justicia solemne y piadosa con los indios. Bastidas deseaba erigir una casa más grande y de fuerte material debido a que encontró numerosos barriles en donde había piedra de cal, ladrillos, tapiales, herramientas y piedras labradas de cantería, suponiéndose que eran para construir un albergue; pero el tiempo y la fuerza infortunadamente no jugaron a su favor.
Sin embargo, García de Lerma persistió en su empresa y escribió una epístola al rey el 10 de abril de 1529 expresando su deseo de construir una casa más resistente: “la villa quedará en muy mal recaudo cuando él se ausente, porque las casas son todas de paja y están tan cerca las unas de las otras que cualquier indio que quemase una las incendiaría todas. Que piensa construir una casa grande y fuerte de piedra y argamasa, para que si con el tiempo sucediere que los indios quisieran rebelarse, entonces hubiese para sostén y defensa”. Evidentemente, soldados y alarifes embistieron tal empresa con laborioso y excelente trabajo, más entusiasmados por observar la edificación finalizada que por ganar su sustento. Habiendo concluido la construcción de la casa, García de Lerma volvió a escribir a su majestad Carlos V, confirmando sus labores exitosas e invitándolo a visitar la ostentosa mansión. Esta fue construida frente a la primera iglesia de la Santa Marta primitiva, cuyas calles eran paralelas a la bahía y de viviendas de paja, la casa fue una fortaleza hecha de piedra, ladrillo y argamasa. Primero se erigió la planta baja, que entre sus muros aún resguarda residuos de caracoles, y muchos años más tarde los hermanos Domingo Nonato y José Nicolás Jimeno se dieron al trabajo de edificar el segundo piso. La escalera y los pisos recubiertos con Jaspe de las canteras de Burgo de Osma, sacado y labrado por españoles e italianos, fueron diseñados en madera que impedía que las personas pasaran desapercibidas; y la piedra estaba teñida como buen augurio por los navegantes que la habían traído como lastre en los bergantines cuando empezó el comercio mercantil en la ciudad.
Como predijo el gobernador, el 26 de febrero de 1531 la ciudad fue azotada por un incendio provocado por los indios y todas las casas de paja fueron abrasadas por las llamas, todas excepto la imponente Casa de la Aduana. La tragedia fue suscitada 24 años después con la invasión del pirata francés Martín Cotes, quien saqueó e incendió la mayor parte del territorio; como si no fuesen suficientes desdichas, un siglo después los ataques provocados por los franceses Guillermo Guasón y Juan Cuchillo el 3 de septiembre de 1655 causaron innumerables estragos y luego el terremoto del 22 de mayo de 1834 derribó el último cuerpo de la catedral basílica. Posteriormente la inundación del 6 de diciembre de 1894 arrasó con árboles, puentes, y numerosas construcciones; a pesar todos esos sucesos la casa se mantuvo firme e ilesa pese a sufrir daños en las zonas aledañas. Años después transcurrió un proceso de traspasos de herencias en los que la vivienda fue adquirida por numerosos y diversos dueños; finalmente la obtuvo, debido a un remate, el Banco agrícola Hipotecario, que terminó por negociarla con la nación.
Desde 1980 la casa comenzó a funcionar como la sede del Museo Arqueológico Tayrona, abriendo sus puertas a cualquiera que desease apreciar los tesoros precolombinos de nuestros antepasados; de hecho la hermosa placa que embellece la entrada del arcaico caserón tiene por leyenda: “Esta casa ha sido convertida en museo como un homenaje a nuestros artífices precolombinos y como recuerdo imperecedero del Libertador, ardoroso defensor de los indios y de los esclavos”. Sin embargo, las claras señales de deterioro de la casa dieron la apertura para su proceso de restauración actual, en conjunto con el del Banco de la República y el del centro histórico de la ciudad, puesto que hacía al menos veinte años desde su última intervención.
En su restauración, han intervenido firmas importantes de construcción trabajando a la par no sólo con esmerados ingenieros y arquitectos, sino con todo un personal especializado en arqueología, que aspira entregar una nueva Casa de la Aduana el primer semestre del siguiente año. Se presume elaborar una tercera sala que se destinará a contar la historia de la casa, desde quienes han pasado por ahí y hasta su protagonismo en la historia de la ciudad. Dicha sección será de utilidad para relatar la historia de Santa Marta desde el período de la conquista, la figura de Don Rodrigo de Bastidas y su influencia en la construcción de la casa, las expediciones conquistadoras que surgieron desde Santa Marta al resto del país, los sucesos con los piratas y sus constantes saqueos e incendios. Por último, la sala insignia hace referencia a la parte en donde fue velado el libertador, con el propósito de ampliar la historia de tan importante hecho.
Hoy en día el Museo del Oro Tayrona se encuentra en el segundo piso de la Biblioteca del Banco de la República, donde es apreciado al año por un colosal número de personas apasionadas por la cultura, pero que manifiestan su inconformidad ante el reducido espacio.

Es importante tener en cuenta que, siendo Santa Marta un Distrito Turístico, Cultural e Histórico, carece de una base central que recopile desde el aspecto cronológico, los hechos por la cual es llamada la ciudad más antigua del país. De modo que la Casa de la Aduana, es la primera construcción en tierras latinoamericanas y por ende, testigo de la historia de esta ciudad, es el lugar ideal para reconstruir un pasado desconocido por muchos, y que bien vale la pena recuperarlo para concientizar a los ciudadanos a que la tradición y la cultura prevalezcan.

Por:


Liseth Castillo
Margarita Name



















25 comentarios :

  1. Impresionante es ciertamente la manera en la que ha sido escrita esta crónica, sobretodo la temática escogida por las estudiantes, a quienes felicito pues la fluidez en el escrito ha sido muy buena. La cultura y la historia para el pueblo samario ha perdido importancia, y la casa de la Aduana es un símbolo de lo que un día fuimos y es importante para la juventud, conocer y apreciar nuestras raíces. una vez mas felicitaciones y bueno esperemos que con su restauración los samarios y los colombianos puedan involucrarse mas con la historia de nuestra patria. Saludos

    ResponderEliminar
  2. muy interesante, es evidente como la cultura samaria se ha perdido pero escritos como este hacen tomar conciencia de lo que tenemos y no apreciamos.

    ResponderEliminar
  3. La forma en la cual está hecha la crónica, hace que se recree la historia, las imágenes; surgen en la mente del lector fotografías de una edificación antigua, preciosa y llena de lujos. Las escenas descritas, son un modo de transportarnos en el tiempo, se puede ver a una Santa Marta histórica, sede de importantes sucesos. Se nota la preocupación de las escritoras por rescatar un sentimiento olvidado, arrumado, casi muerto; la inquietud por conservar un legado histórico, que nos dio una esencia, una identidad. Las felicito por lograr revivir a la Santa Marta del pasado, en un relato tan lleno de imaginación como de realidad.

    ResponderEliminar
  4. Que gratificante es ver que en la ciudad se den este tipo de movimiento y amor por conservar y saber mas sobre el pasado y cultura de Santa Marta, buen escrito, saludos.

    ResponderEliminar
  5. felicitaciones por tan buen escrito, es preocupante el darse cuenta como la historia de nuestra ciudad esta en el olvido y no hace parte del interés de muchos de sus habitantes.

    ResponderEliminar
  6. Lo importante en un escrito de historia es recrearla y que el lector se sienta parte de ella, algo que este escrito logra por mucho, !buen trabajo!

    ResponderEliminar
  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  8. Os saludo con gran interés.
    La Casa de la Aduana es un importante centro cultural y es de mucha importancia conocer su historia y cómo está ligada a sucesos de nuestro pasado. Esta crónica abre de nuevo la conversación sobre los importantes patrimonios culturales que definen nuestro trascender como ciudad. Cuidar de ellos y apreciarlos, es nuestro deber. Felicito por tan buena redacción y espero poder leer muchas más.

    ResponderEliminar
  9. Esta buena la crónica, lo que le faltó fueron citas :)

    ResponderEliminar
  10. Buen trabajo!. Leyendo cada detalle me pude transportar a la época, y aprender cosas que no sabia sobre la casa de la aduana.

    ResponderEliminar
  11. Muy buena crónica, no sabía que podía haber tanta historia en una casa. Es importante que este tipo de trabajos se realicen, nos permiten conocer la historia de nuestra ciudad que está envuelta en ella, pero a veces ni lo notamos y al ser un lugar que frecuentó El Libertador, y otros personajes debería haber mayor conocimiento del lugar, Me parece excelente la descripción, los detalles y cada huella cronológica que muestra la crónica, sin duda atrapa, y demuestra la importancia de la preservación de estos lugares en la ciudad.

    ResponderEliminar
  12. Que bueno es saber que una simple estructura de piedra, ladrillo y argamasa, guarda tantos buenos recuerdos y así poder conocer la historia, muy pocos conocen la historia de la Casa de la Aduana pero saber que en esta casa reposaron y pasaron tantas cosas es algo único, solo espero que la restauración de esta nueva Casa de la Aduana no quede en el olvido y por el contrario sea una nueva historia que tenga que contar al momento de restaurarla.

    ResponderEliminar
  13. Excelente crónica sobre la Casa de la Aduana. Qué bueno es saber que nuestra ciudad, Santa Marta, guarda tanta historia, y que es un símbolo indiscutible de la cultura latinoamericana.
    Felicito a las escritoras.Buen Trabajo.

    ResponderEliminar
  14. Armando Castillo
    Excelente escrito, creo que es un gran aporte para mantener viva la historia de nuestra ciudad.Pienso que muchos samarios desconocen historias como la de la Casa de la Aduana. Que bueno que hayan personas que quieran rescatar las historia de la cuidad de Santa Marta ya que esta se ha ido perdiendo.Las felicito por su empeño y dedicacion para realizar esta cronica.

    ResponderEliminar
  15. Desde que el lector inicia la lectura de esta crónica hasta el final, no puede evitar el sentirse impactado y sumergirse en ella. Se presenta un relato con hechos históricos que han marcado nuestra cultura; relatada en un lenguaje sencillo, con muchos detalles acerca de lo sucedido en la época que hacen recrear nuestra imaginación.
    Muy importante que los jóvenes se interesen en investigar y escribir acerca de los hechos históricos de nuestra ciudad; y traten de rescatar todas esas historias que son parte de nuestro patrimonio cultural e histórico.
    Muy bien, las felicito y sigan adelante, creciendo profesionalmente.

    ResponderEliminar
  16. Magno escrito podría decir sin temor a equivocarme que cuando leía el escrito mi ignorante mente evocaba la mas bella sinfonía de letras, ahora solo puedo decir que cada vez que pase me detendré frente a ese imponente pedazo de historia y sentiré el patriotismo que emana de ella, saludos de moncho 01

    ResponderEliminar
  17. palabras llenas de una inmensa y emotiva historia

    ResponderEliminar
  18. Buena redacción, me encanta. Felicitaciones.

    ResponderEliminar
  19. Opino que está muy completa, ¡sigan siendo mejores!

    ResponderEliminar
  20. Un poco extensa, pero muy buena.
    Las felicito.

    ResponderEliminar
  21. Se nota que se documentaron bastante, muy buena. Continúen así.

    ResponderEliminar
  22. Very good.. De esta crónica hay un recuerdo de la clase que se me viene a la mente y es margie leyendo y todos atentos a lo que ella decía.. (la de la voz) :D

    ResponderEliminar
  23. Tiene bastante descripción, y aunque es demasiado extensa me gustó bastante.

    ResponderEliminar