La
muchedumbre estaba adolorida, hallábase congregada frente a la Casa de la Aduana,
donde se daría inicio al desfile fúnebre llevado a cabo por causa de la
reciente muerte del Libertador.
Bolívar
había pasado sus últimos días en estado agónico, teniendo breves lapsos de
lucidez que le sirvieron para dictar su testamento, aunque la ya avanzada
tuberculosis no le permitió permanecer un mes completo en Santa Marta. Llegó postrado
a la ciudad el 1º de diciembre de 1830, tras una larga travesía en barco desde
la capital colombiana, pero a pesar de los esfuerzos de su médico de cabecera,
Próspero Reverend, su muerte era predecible e inminente. Cuando dio su postrer suspiro
se hallaba rodeado de sus más allegados edecanes, quienes no pudieron contener
el llanto al presenciar la partida de ‘‘El Sol de Colombia’’; incluso uno de
ellos, el general Mariano Montilla, en medio de la frustración y el dolor, desenvainó
su espada y cortó el cordón del péndulo que marcaba la hora a la una, tres
minutos y cincuenta
y cinco segundos de la tarde, y se quedó marcándola para siempre.
Los
ciudadanos partieron a paso lúgubre y desanimado, la pesadumbre impregnaba el
ambiente con el lento pasar mientras se apoderaba de los corazones del pueblo.
Podía escucharse un sollozo ahogado y uno que otro gemido de dolor, o se veían
lágrimas corriendo por algún rostro. Marcharon en pena por las calles de la
ciudad, que en la época tenía un aspecto rústico y tan sólo unas cuantas
viviendas. El recorrido finalmente culminó en la Catedral, y cada uno de los
asistentes se dispuso a regresar con tristeza a su hogar.
Pero
las honras fúnebres de Bolívar no fueron la única actividad que se llevó cabo
en esta edificación histórica de la capital del Magdalena, el lugar también fue
habitado por personajes insignias de la nación. En primera instancia, la Casa
de la Aduana fue utilizada por el gobernador García de Lerma para cumplir con
sus labores administrativas debido a que anteriormente el prócer, Rodrigo de Bastidas,
durante su estadía en la ciudad solamente había logrado construir una especie
de albergue donde, arrellanado en su sillón de Grana traído de Castilla,
administró una justicia solemne y piadosa con los indios. Bastidas deseaba erigir
una casa más grande y de fuerte material debido a que encontró numerosos
barriles en donde había piedra de cal, ladrillos, tapiales, herramientas y
piedras labradas de cantería, suponiéndose que eran para construir un albergue;
pero el tiempo y la fuerza infortunadamente no jugaron a su favor.
Como
predijo el gobernador, el 26 de febrero de 1531 la ciudad fue azotada por un
incendio provocado por los indios y todas las casas de paja fueron abrasadas
por las llamas, todas excepto la imponente Casa de la Aduana. La tragedia fue
suscitada 24 años después con la invasión del pirata francés Martín Cotes,
quien saqueó e incendió la mayor parte del territorio; como si no fuesen
suficientes desdichas, un siglo después los ataques provocados por los franceses
Guillermo Guasón y Juan Cuchillo el 3 de septiembre de 1655 causaron innumerables
estragos y luego el terremoto del 22 de mayo de 1834 derribó el último cuerpo
de la catedral basílica. Posteriormente la inundación del 6 de diciembre de
1894 arrasó con árboles, puentes, y numerosas construcciones; a pesar todos
esos sucesos la casa se mantuvo firme e ilesa pese a sufrir daños en las zonas
aledañas. Años después transcurrió un proceso de traspasos de herencias en los que
la vivienda fue adquirida por numerosos y diversos dueños; finalmente la obtuvo,
debido a un remate, el Banco agrícola Hipotecario, que terminó por negociarla
con la nación.
En
su restauración, han intervenido firmas importantes de construcción trabajando
a la par no sólo con esmerados ingenieros y arquitectos, sino con todo un
personal especializado en arqueología, que aspira entregar una nueva Casa de la
Aduana el primer semestre del siguiente año. Se presume elaborar una tercera
sala que se destinará a contar la historia de la casa, desde quienes han pasado
por ahí y hasta su protagonismo en la historia de la ciudad. Dicha sección será
de utilidad para relatar la historia de Santa Marta desde el período de la
conquista, la figura de Don Rodrigo de Bastidas y su influencia en la
construcción de la casa, las expediciones conquistadoras que surgieron desde
Santa Marta al resto del país, los sucesos con los piratas y sus constantes
saqueos e incendios. Por último, la sala insignia hace referencia a la parte en
donde fue velado el libertador, con el propósito de ampliar la historia de tan
importante hecho.
Es
importante tener en cuenta que, siendo Santa Marta un Distrito Turístico,
Cultural e Histórico, carece de una base central que recopile desde el aspecto
cronológico, los hechos por la cual es llamada la ciudad más antigua del país.
De modo que la Casa de la Aduana, es la primera construcción en tierras
latinoamericanas y por ende, testigo de la historia de esta ciudad, es el lugar
ideal para reconstruir un pasado desconocido por muchos, y que bien vale la
pena recuperarlo para concientizar a los ciudadanos a que la tradición y la
cultura prevalezcan.
Por:
Liseth Castillo |
Margarita Name |
Impresionante es ciertamente la manera en la que ha sido escrita esta crónica, sobretodo la temática escogida por las estudiantes, a quienes felicito pues la fluidez en el escrito ha sido muy buena. La cultura y la historia para el pueblo samario ha perdido importancia, y la casa de la Aduana es un símbolo de lo que un día fuimos y es importante para la juventud, conocer y apreciar nuestras raíces. una vez mas felicitaciones y bueno esperemos que con su restauración los samarios y los colombianos puedan involucrarse mas con la historia de nuestra patria. Saludos
ResponderEliminarmuy interesante, es evidente como la cultura samaria se ha perdido pero escritos como este hacen tomar conciencia de lo que tenemos y no apreciamos.
ResponderEliminarLa forma en la cual está hecha la crónica, hace que se recree la historia, las imágenes; surgen en la mente del lector fotografías de una edificación antigua, preciosa y llena de lujos. Las escenas descritas, son un modo de transportarnos en el tiempo, se puede ver a una Santa Marta histórica, sede de importantes sucesos. Se nota la preocupación de las escritoras por rescatar un sentimiento olvidado, arrumado, casi muerto; la inquietud por conservar un legado histórico, que nos dio una esencia, una identidad. Las felicito por lograr revivir a la Santa Marta del pasado, en un relato tan lleno de imaginación como de realidad.
ResponderEliminarQue gratificante es ver que en la ciudad se den este tipo de movimiento y amor por conservar y saber mas sobre el pasado y cultura de Santa Marta, buen escrito, saludos.
ResponderEliminarfelicitaciones por tan buen escrito, es preocupante el darse cuenta como la historia de nuestra ciudad esta en el olvido y no hace parte del interés de muchos de sus habitantes.
ResponderEliminarLo importante en un escrito de historia es recrearla y que el lector se sienta parte de ella, algo que este escrito logra por mucho, !buen trabajo!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOs saludo con gran interés.
ResponderEliminarLa Casa de la Aduana es un importante centro cultural y es de mucha importancia conocer su historia y cómo está ligada a sucesos de nuestro pasado. Esta crónica abre de nuevo la conversación sobre los importantes patrimonios culturales que definen nuestro trascender como ciudad. Cuidar de ellos y apreciarlos, es nuestro deber. Felicito por tan buena redacción y espero poder leer muchas más.
Esta buena la crónica, lo que le faltó fueron citas :)
ResponderEliminarBuen trabajo!. Leyendo cada detalle me pude transportar a la época, y aprender cosas que no sabia sobre la casa de la aduana.
ResponderEliminarMuy buena crónica, no sabía que podía haber tanta historia en una casa. Es importante que este tipo de trabajos se realicen, nos permiten conocer la historia de nuestra ciudad que está envuelta en ella, pero a veces ni lo notamos y al ser un lugar que frecuentó El Libertador, y otros personajes debería haber mayor conocimiento del lugar, Me parece excelente la descripción, los detalles y cada huella cronológica que muestra la crónica, sin duda atrapa, y demuestra la importancia de la preservación de estos lugares en la ciudad.
ResponderEliminarQue bueno es saber que una simple estructura de piedra, ladrillo y argamasa, guarda tantos buenos recuerdos y así poder conocer la historia, muy pocos conocen la historia de la Casa de la Aduana pero saber que en esta casa reposaron y pasaron tantas cosas es algo único, solo espero que la restauración de esta nueva Casa de la Aduana no quede en el olvido y por el contrario sea una nueva historia que tenga que contar al momento de restaurarla.
ResponderEliminarExcelente crónica sobre la Casa de la Aduana. Qué bueno es saber que nuestra ciudad, Santa Marta, guarda tanta historia, y que es un símbolo indiscutible de la cultura latinoamericana.
ResponderEliminarFelicito a las escritoras.Buen Trabajo.
Armando Castillo
ResponderEliminarExcelente escrito, creo que es un gran aporte para mantener viva la historia de nuestra ciudad.Pienso que muchos samarios desconocen historias como la de la Casa de la Aduana. Que bueno que hayan personas que quieran rescatar las historia de la cuidad de Santa Marta ya que esta se ha ido perdiendo.Las felicito por su empeño y dedicacion para realizar esta cronica.
Excelente trabajo.
ResponderEliminarDesde que el lector inicia la lectura de esta crónica hasta el final, no puede evitar el sentirse impactado y sumergirse en ella. Se presenta un relato con hechos históricos que han marcado nuestra cultura; relatada en un lenguaje sencillo, con muchos detalles acerca de lo sucedido en la época que hacen recrear nuestra imaginación.
ResponderEliminarMuy importante que los jóvenes se interesen en investigar y escribir acerca de los hechos históricos de nuestra ciudad; y traten de rescatar todas esas historias que son parte de nuestro patrimonio cultural e histórico.
Muy bien, las felicito y sigan adelante, creciendo profesionalmente.
Magno escrito podría decir sin temor a equivocarme que cuando leía el escrito mi ignorante mente evocaba la mas bella sinfonía de letras, ahora solo puedo decir que cada vez que pase me detendré frente a ese imponente pedazo de historia y sentiré el patriotismo que emana de ella, saludos de moncho 01
ResponderEliminarpalabras llenas de una inmensa y emotiva historia
ResponderEliminarBuena redacción, me encanta. Felicitaciones.
ResponderEliminarOpino que está muy completa, ¡sigan siendo mejores!
ResponderEliminarUn poco extensa, pero muy buena.
ResponderEliminarLas felicito.
Se nota que se documentaron bastante, muy buena. Continúen así.
ResponderEliminarVery good.. De esta crónica hay un recuerdo de la clase que se me viene a la mente y es margie leyendo y todos atentos a lo que ella decía.. (la de la voz) :D
ResponderEliminarTiene bastante descripción, y aunque es demasiado extensa me gustó bastante.
ResponderEliminarMuy buena crónica, me gustó.
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