Por Juan Sebastián de la Ossa
I semestre Universidad Sergio Arboleda
Sincé
- Sucre 29 de Marzo 2013
Tres de la madrugada, y de repente se
empieza a iluminar mi cuarto con la penetrante luz del celular y acompañado del
ruido perturbante de un despertador que indica que debo dejar de dormir,
empieza para mí el viernes santo. Sólo
alcanzo a estar listo para comer algo de la cocina antes de salir, cuando
escucho el pito de un carro, es el
gato, el hermano de mi novia que en la
noche anterior me pidió que lo acompañara a la región de la Mojana a casi dos
horas, por una carretera destapada al sur de Sincé que tenía como destino La
Villa de San Benito Abad, un pueblo a orillas del San Jorge.
Aún cayendo unas cuantas gotas de un
fuerte aguacero que terminó justo a esa hora, me monto en el viejo willi de su
abuelo para recoger a Tulio, el capataz,
quien junto con su esposa y sus hijos pasarán los días santos en la finca de la
familia de mi novia, para adelantar labores antes que sea demasiado tarde y
suba la creciente que según los nativos de la zona este año promete ser
bastante alta. La temperatura es baja
y el frío acompañado de la neblina segante, junto con la brisa veraniega
golpean mi cara y se apoderan de mi cuando, justamente mi cuñado me dice que
debo ir guindado en la parte de atrás
porque son muchos y debía ceder el puesto de adelante a Matilde, la esposa de
Tulio, que entre sus brazos carga al menor de sus hijos junto con tres ollas,
que imagino serán las protagonistas de un gran dulce quizás de papaya, guandúl o
ñame que seguramente degustará al caer la tarde escuchando versos de
vaquería.
Son las 4:50 y el viaje arranca y no sé si por nostalgia de buenos recuerdos,
a medida que nos adentramos en el camino, vienen a mi mente las innumerables
veces que mi abuelo me llevaba a recorrer el mismo camino cuando de niño lo
acompañaba a su finca.
De pronto y sin sentir ningún tipo de
molestia, por mi posición en el viaje,
Alex, uno de los hijos de Tulio, saca la cabeza para decirme que si quiero
cambiar de puesto con él para ir más cómodo, al cual y sin dejarlo terminar le
contesto que no, porque ya la madrugada se iba y el día aclaraba y por ninguna razón me perdería de ver esos
paisajes de lugares donde mi abuelo, que
ya no se haya entre nosotros, creció,
recorrió y disfrutó a lo largo de su vida, haciéndolo grande y respetable en la
zona.
La mañana despertaba y con ella el
sol, quien apartaba las nubes como si
fueran sábanas al levantarse para iluminarnos el camino que restaba, mientras
que por retrovisor el gato, me hacía señas de desespero al ver tanto playón sin
esperanzas de llegar. Cuando Tulio,
quien se había quedado dormido, reacciona y le dice que había tomado una trocha
equivocada, que alargaría el viaje
aproximadamente cuarenta minutos más, al cual ya no se podría escapar, y
al que sólo debíamos esperar mientras el sol comenzaba a molestar mi
vista; al mismo tiempo que Alex, volvía a sacar la cabeza, esta vez con una
intención burlesca que terminó al poco
rato en forma satisfactoria al escuchar de la boca de Tulio una frase que
anunciaba el río San Jorge, signo de que sólo estábamos a un par de minutos
para llegar a la Villa.
Ahora son las 8:15 de la mañana, ya llegamos,
y sólo me basta mirar las edificaciones de San Benito, de estilo
republicano y de corte colonial, para
comprender, que pertenecieron a un
próspero puerto donde entraron turcos y
españoles en barcos que luego se asentaron en la zona y que de la misma forma
un día debieron abandonar, gracias al conflicto y a la violencia que se
vivía, pero que ahora yo, en este
momento estoy pisando y no precisamente como turista sino que debo ayudar a
Tulio y a su familia a hacer un trasbordo
a la canoa que nos llevará por uno de los caños del San Jorge a la finca
que por razones naturales, el carro no alcanza a llegar en esta época del
año y en donde cruzando por improvisados caminos de madera
sobre el agua, intento pasar una de las maletas, cuando alguien grita, haciéndome perder casi el control pero al final puede mantener
el equilibrio y culminar así, una
experiencia diferente pero enriquecedora
para mi vida.
juan esta genial me encanta como expresas la alegria del amanecer.
ResponderEliminarJuan me gustó mucho, creo que el tema fue muy apropiado, mi único pero es el final, creo que lo podías haber desarrollado mejor.
ResponderEliminarBuen trabajo.
ResponderEliminarMe gusta que tu estés involucrado en la historia, buena crónica
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