Gerard Martin
En cada esquina del caluroso
municipio de Aracataca se visualizaa Gabriel García Márquez. No existe una sola
pared blanca que no sirva como lienzo para homenajear al literato. Entre
retratos y citas se erigen las calles del municipio, y en ellas, sus
habitantes, los cuales viven para mantener vigentes las historias de los
Buendía. Sin embargo, la realidad que se vive en aquel lugar no es exactamente
lo que se llamaría realismo mágico.
Gabo Márquez, el orgullo colombiano,
ganó el nobel de literatura en 1982, y 31 años más tarde, Aracataca, solo vive
del recuerdo del escritor, en cada muro hallase un tributo del mismo, sin
embargo, dichos muros se caen lentamente. Por su parte, Márquez, tiene al pueblo
que tanto lo recuerda en el olvido, ya que desde el 82 no ha visitado su tierra
natal tanto como debería.
Es claro que el municipio no está del
todo olvidado (no podemos quitarle el crédito a Márquez, es incuestionable que
fue él quien inmortalizó a Aracataca rebautizándolo como Macondo), sin embargo,
su subsistencia se debe a los miles de turistas, extranjeros, mochileros o
fanáticos de la literatura, quienes llegan en busca de una experiencia digna del
añorado realismo mágico.
Tal es el caso del vociferado “el
ultimo de los Buendía” Tim, un holandés que con 23 años de edad decidió dejar
su escarchado país natal –Holanda- paraemprender
un viaje en busca de una tierra que le brindara más calor. Pasando por España,
Australia, Tailandia e india, llego a Perú, en donde a sus manos cayó un
ejemplar de Cien años de soledad, y solo bastó el tiempo que se tomo en leerlo
para decidir que su próxima (y hasta ahora última) parada sería el pueblo del
que nadie da razón. “me vine gitaneando” explica Tim, el cual no encontraba su
evocado Macondo, hasta que llego a Santa Marta, y fue ahí en donde comprendió
que Macondo era solo un producto del universo literario de Gabriel García y que
en realidad dicho pueblo era un reflejo de Aracataca.
Desde que llegó a Santa Marta, no
le tomó mucho tiempo arribar a el pueblo de los Buendía y los Babilonia y en
tan solo un día decidió que era allí donde quería pasar el resto de sus fechas,
Tim dispuso que quería vivir como un Buendía y convertir a Aracataca en un
reflejo de Macondo. Con este cometido, Tim crea un tour al que bautizó feel the magic of the real Macondo en donde ofrece recorridos en bicicleta por el
pueblo y experiencias que mantendrán vivo el legado de Márquez.
Sin embargo dicho legado y dichos
recorridos no nutren a la verdadera Aracataca, la cual más allá de Macondo no
trasciende.
Aracataca fue fundada en 1885,
pertenece a la zona bananera, cuenta con ríos, caños y lagunas ricas en
biodiversidad de especies. (Haciendo omisión de la casa museo Gabriel García Márquez) el pueblo tiene como
patrimonio la estación del ferrocarril, el camellón 20 de julio y la casa del telegrafista.
Muchos de estos, están echándose abajo lentamente en el deterioro y el olvido,
como es el caso del ferrocarril.
La primera vez que llego el tren
a Aracataca,fue el 22 de octubre de 1906, para esa época era toda una primicia,
el centro de la vida inquieta del pueblo, no obstante, muchos años más tarde
sus paredes albergan soledad, olvido, descuido, y rieles oxidados; Las vías
están en pésimo estado y sin embargo un tren todavía pasa por allí, No aquel
tren lento y pesado que García Márquez describió como “una cocina que
arrastraba a un pueblo”. Es el tren de la compañía Drummond, el cual recoge
carbón y atraviesa la zona bananera veintiséis veces al día lo cual aumenta el
deterioro de las líneas. Hoy, el tren carbonero se ha convertido en objeto
permanente de la presión de la guerrilla hacia la Drummond. Varias veces ha
sido volado con dinamita, mientras la compañía se rehúsa a pagar la llamada
vacuna guerrilla.
Los únicos problemas no son el
deterioro y el descuido de los sitios culturales, también habita la desatención
a la urbe. Los cataqueros han tenido que soportar inconvenientes con el
acueducto local; La última vez que se intento solucionar dicha complicación, fue
en octubre del presente año, se cancelo
la inauguración ya que se presentaron fallas en las pruebas y la población que
ha tenido que aguantar este problema durante ocho años, aún no disfruta de agua
potable.
Entre todo esto, el turismo en
Aracataca ha ido descendiendo, lo cual esta causando que muchos de los extranjeros
que allí habitan se marchen, dejando el pueblo baldío, y en cierto aspecto esta
situación impide el progreso. Sin embargo la población no se acongoja,
mantienen vivo ese carácter festivo que es tan propio de la costa; Y desde el
más pequeño hasta el más grande, sin importar que tenga o no formación
académica, los cataqueros hacen sentir al turista que está viviendo los
paisajes de cien años de soledad. Hablan con tal propiedad que se llega al punto
de no importar si el narrador ha leído a García Márquez o no, siempre luce como si al mencionar a los
Babilonia, a lo Buendía o inclusive a los Márquez Iguaran hablara de algún
pariente cercano; De esta manera el turista goza en el macondo real, la
resonancia del macondo literario.
Ahora bien, cabe recalcar que más
allá de lo que se lee, más allá de lo que se ve y sobretodo más allá de Macondo
existe una Aracataca olvidada, la cual no está cerca de encontrar el
reconocimiento propio más allá de García Márquez.
Presentado por:
Caterines García |
María José Estrada |
Muy bueno me parece que es verad... un pueblo tan rico y tan diverso tal como lo enseña marquez no deberia estar subsistiendo de la sombra de un escritor. pienso que marquez lo que hizo fue darle otro nombre al cielo; y eso lo entendio muy bien Tim.. aunque ellos suponen lo contrario que le dieron un cielo a un nombre. por otro lado describen arakata con un color y una emocion que dan pie y dan ganas a cuquiera a visitar el pueblo y ver la magia aparecer y suceder.
ResponderEliminarCongratulations I'm so proud of you tow girls :)
Totalmente de acuerdo con alejando!!
ResponderEliminarMuy buen escrito..