CRONICA / Una vida llena de perserverancia

El nacimiento de una niña inesperada fruto de un amor adolescente, cambió su vida  y sueños por cumplir, pero alimentó la fe de Dennis Orozco, una mujer que tuvo que madurar más joven.

Por Yuritza Pacheco Perea

I Semestre Universidad Sergio Arboleda

“Me sentí sola, pensé en darla en adopción, pero desistí de tal idea al ver sus delicados y hermosos ojos. Desde ese día ella se convirtió en mi motor, mi razón de ser, mi fuerza al caminar”, contó Dennis.

Esas fueron unas de las primeras palabras de Dennis durante una jornada laboral que empezó el pasado martes 26 de marzo del 2013 a las 8 AM en la terraza de mi casa,  mientras esta humilde mujer con el mayor de los placeres plasmaba lirios en las uñas de mis manos.

Yo conocía a Dennis desde hace mucho años, es la manicurista y pedicurista de mi madre y de muchas vecinas, pero nunca se me dio por establecer una conversación profunda con ella, solo sabía su nombre. Esa mañana, en medio de mi desespero de no tener tema para realizar la crónica, la mire por varios minutos. Ella como siempre concentrada en su trabajo, no se percató en la atención que le dediqué, mientras eso sucedía pensé “¿Por qué no preguntarle acerca de su vida?”.

Iniciando realicé dos preguntas por simple curiosidad y jamás pensé que de aquella morena silenciosa que visitaba mi casa cada 15 días, obtendría la historia de mi crónica, que por noches y días me sumergía en un sin saber qué hacer. Fue entonces cuando todo comenzó.

“Dennis... ¿tú de dónde eres?”. Con su mirada interrumpible a mi dedo anular ella contestó suavemente: “yo nací en Plato (Magdalena) niña Yuritza, pero vivo aquí en Santa Marta desde los 16 años”. Mientras esta mujer de 1.50 mts de estatura, cabellos negros, algo corpulenta y de piel tan morena como el abano, pasaba ahora a embellecer mis pies. Empezó a contarme su vida, como si me tratara de una gran amiga.

Por unos segundos alzó su mirada, bastándome para ver en sus ojos el cansancio, pero a la vez estaban llenos de un enorme brillo, soltó una sonrisa nerviosa y así comenzó con su relato de vida que iba entre mis preguntas y sus respuestas amables.

Lo primero que me contó fue de su hija de 10 años llamada Nicoll Andrea, con gran emoción dijo que ser madre le cambió totalmente su pensar de la vida. Me pareció curiosa esa respuesta y me dio por preguntarle: “¿Qué tanto te cambió la vida?” y su respuesta fue: “El día que me hice la prueba de embarazo, fue en el baño de la casa de mi novio, mientras él me esperaba afuera, estaba con un miedo enorme de que el resultado fuera positivo, fue terrible ese momento, mejor dicho ¡yo temblaba!, y cuando lo vi… ¡uy niña Yuritza! casi me desmayo, no supe si alegrarme o ponerme a llorar, solo abrí la puerta y al contarle a mi novio que salió positiva la prueba, él me abrazó y dijo: ‘no te preocupes mi negris’, así me decía el poco hombre ese, ‘me tienes a mí para esto’. Pero no, eso fue pura carreta, a los dos meses me abandonó”. Detuvo sus manos y apretó mi pierna derecha y dijo: “Señorita Yuritza, entré en tristeza, por varias semanas lloraba y cuando comenzó a notarse mi barriga, a los 4 meses fue que decidí contarle a mis papas que estaba embarazada”.

En ese momento le dije: “Eso tiene que ser una situación difícil, ¿cómo lo tomaron ellos?” Y contestó entre risas y un poco de vergüenza a la vez: “No, eso fue un show”. Soltó una carcajada larga que me contagió, reímos las dos; surgió un suspiro y continuó: “la verdad pensé que ellos se enojarían, que me echarían de la casa, pero no, después de  la retahíla me apoyaron”.

Conmocionada con lo que me había contado, me inclino hacia mis pies y deteniendo sus manos le dije respetuosamente que dejara por un momento el trabajo en mis uñas, y me contara más sobre su vida y familia.

Le pregunté: “¿Cómo haces para mantener esa fuerza y valor para lograr caminar día a día, de casa en casa?”. Dennis, con una enorme sonrisa y suspiro dice: “Mi todo y fuerza para desplazarme, caminando a diario de barrio en barrio, es mi niña. Nicoll es mi angelito, vivo para ella, mi hija tiene maravillosos sueños y con la ayuda de Dios se los haré realidad”. Sorprendida de su fuerza y amor hacia su hija, la miro y le dije: “Continúa, no pares, sigue diciéndome acerca de ti”.

Dennis Orozco nació el 3 de enero del 1985 en Plato (Magdalena), tiene 28 años, se dedica a ser manicurista y pedicurista a domicilio, pero muy diferente a las mujeres que se dedican a este oficio, ella no gasta dinero en transporte; son sus pies y su valentía la que la llevan de casa en casa a diario, de un barrio a otro, ahorrando el mayor dinero posible. La inteligencia y astucia para ahorrar dinero y destreza en las manualidades, son  virtudes de esta mujer, que me ha dejado admirada de su fuerza y perseverancia.

“Dennitzita” como le dice mi madre y vecinas, es la hija mayor de Ramiro Orozco y Sandra Méndez. A sus 16 años, sus padres deciden mudarse a casa de su abuela materna en Santa Marta, así fue como Dennis y su familia llega a vivir al barrio Once de Noviembre, donde conoce al padre de su hija, Raúl, su vecino con el que establece un noviazgo, que sólo dura 6 meses. Actualmente vive en el barrio Santa Fe, junto a su pequeña Nicoll Andrea y continúa en el oficio de manicurista y pedicurista a domicilio, caminando diariamente por el sueño de ambas.

Su hija, una hija no planeada, dio inicio a un camino hacia la felicidad y la plenitud, bajo el esfuerzo arduo e incansable por salir adelante y su principal motivación es su tesoro más preciado, Nicoll Andrea, una niña de 10 años por quien Dennis da su vida día a día caminando las infinitas calles de Santa Marta, para cumplir los sueños de su “angelito”.