Bajo
la noche oscura entre las miles de
bombillas del barco marco polo, los gritos ahogados de los niños alegres los
cuales muchos de ellos están forjando una de las experiencias más emocionantes
de su vida, se divisa un hombre, del cual solo se resalta su camisa color
salmón y una sonrisa brillante que le ilumina el rostro. Dicha sonrisa es el
arma de “el zorro”.
“Manuel
Rentería, aquí tengo mi nombre en la camisa”-Me dijo el zorro al preguntarle por su nombre después que me pidió que me
apartara para no ensuciar mi camisa blanca. Y desde ahí al resaltar que tenía
nombre de bendecido y apellido de deportista surgió la historia de un hombre
cálido, amoroso, y trabajador, que desde temprana edad, dedico su vida a este
oficio, el cual considera agradable.
Su
vida como el zorro inicio con la
intención de mantener a su familia, y conservar un trabajo estable. Y pese a la
inestabilidad que conlleva trabajar como un nómada, la ciudad de hierro se convirtió en su nuevo estilo de vida,
adecuándose a él y brindándole una vida irregularmente “estable”, hasta llegar
al punto de llevar 25 años regalando sonrisas.
En
una de las tantas travesías que se viven trabajando con un parque de
diversiones, la mayor travesía de Rentería fue conocer a Diana Gonzales a la
edad de 16 años. Para ese tiempo solo era la joven que vendía las manzanas con
caramelo, pero tiempo después surgió su idilio de amor, durante una de las
tantas veces que compro una manzana con
el fin de entablar una conversación.
Después
de 25 años de ir y venir, es claro que Rentería no goza de una vida constante,
más sin embargo, él y su familia la cual radica en barranquilla buscan la
manera de estar juntos, ya sea que ellos viajen con él cada uno, dos meses o
los días que le den vacaciones.
Aún
con el hecho que su familia está lejos, el
zorro se esfuerza cada día para entregar lo mejor de sí. La distancia que
los separa no impide una cercanía permanente, no es óbice para el no tener la responsabilidad y el sentido de
pertenencia con todo lo que corresponde mantener a su familia. Siempre
brindando una sonrisa, aunque de lejos ellos no puedan mirar su sonrisa, pero
lo anima y le da la satisfacción del
deber cumplido. Ya que como él dice: “me considero una persona alegre, entusiasta,
humilde y muy trabajador”, y después de tanto tiempo de trabajo el señor
Rentería está a la expectativa de su pensión, pero esta se divisa muy lejana ya
que el gobierno le alarga los plazos, mas sin embargo el no pierde el optimismo
ni mucho menos el carisma que se requiere para trabajar en un mundo como el de
la ciudad de hierro.
Por:
Thalía Córdoba |
Esta chevre por q son personas q por lo general están en el anonimato aunque cumplen una super función en esos juegos de atracción mecánica, uno siempre va y no le presta atención a nada solo es montarse y disfrutar.
ResponderEliminarY chevre q resalten a esas personas q ala final son los q te permiten q disfrutes de una noche agradable en sus atractivos.
Un reportaje interesante :)
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